viernes, 2 de abril de 2010

¿Dónde te escondes, hermano?


Desde que tengo uso de razón recuerdo haber podido disfrutar en casa de la enciclopedia Salvat del 7º Arte y, sobre todo, del tomo número 1, dedicado al cine fantástico, de terror. Siendo muy niño me impactaban sus morbosas imágenes, y ya se convirtió en obsesión buscar las películas cuyas fotos no me cansaba de ver una y otra vez.

La imagen de la derecha siempre estuvo entre mis favoritas, y aunque tardé años en poder ver EL OTRO (Robert Mulligan, 1972), mereció la pena.

Es, para empezar, una película luminosa, donde el idílico paisaje campestre contrasta con lo sórdido del asunto.

De desbordada imaginación, se nos cuenta la historia de dos hermanos que valiéndose del tiempo libre veraniego se dedican a planear travesuras, como cualquier otro chico de 10 años. Pero claro, toda gamberrada lleva aparejada un castigo. Uno de los hermanos, no tolera bien, digámoslo así, eso de que le reprendan... Bien, pues el hermano díscolo tiene sin duda una fuerte personalidad y un claro dominio sobre el otro. Las conversaciones entre ambos tienen siempre algo de inquietante.

También nos vamos dando cuenta que en la familia algo va mal, y que una serie de pasadas desgracias han dejado a la madre de los chavales en un estado catatónico. Será la abuela, de origen ruso, la que más se ocupe de los pequeños, estimulando, quizá demasiado, su fantasía infantil.

En la casa se suceden accidentes y hechos macabros, y aun conociendo parte del secreto que desde el principio de la película es fácil intuir, no podemos dejar de asombrarnos ante el MAL absoluto, y oculto bajo una capa de inocencia, que Robert Mulligan nos muestra.


Estamos ante una película sublime, imitada hasta la saciedad, tal como sucediera con aquella Suspense (The Innocents, 1961) de Jack Clayton; otro film donde los niños tiene un oscuro protagonismo. Y sobre está última de Clayton, y el relato "Otra vuelta de tuerca" de Henry James, que le pregunten a Alejandro Amenábar.