lunes, 25 de abril de 2011

No a la identificación previa en Internet.


El Partido de la Libertad Individual (P-Lib) acoge con alarma las noticias cada vez más insistentes que apuntan a la posible promulgación este mismo año de una normativa estadounidense por la cual sería obligatorio identificarse para acceder a Internet. Esa identificación previa a la navegación por la red iría lógicamente acompañada del registro de toda la actividad online del usuario. Hace unos días entró en vigor algo parecido en Turquía, país miembro de la OTAN y aspirante a ingresar en la Unión Europea. Por su parte, el gobierno ruso está arremetiendo contra algunos de los principales servicios de correo electrónico por su carácter anónimo. Por lo tanto, ya no son únicamente países como China, Cuba o Irán los que vulneran la libertad en Internet. Los Estados pretenden imponer unos sistemas de control online equivalentes a la obligatoriedad de que todas las cartas fueran escaneadas por algún ministerio.

La perspectiva de que entre en vigor la National Strategy for Trusted Identities in Cyberspace (NSTIC) daría sentido a las crípticas declaraciones de la ministra González-Sinde cuando afirmó, el pasado mes de febrero, que “en los próximos meses veremos un cambio profundo en la manera de utilizar Internet”. Queda patente que ese cambio profundo es pasar del uso libre y anónimo a la vigilancia total de los Estados. El P-Lib llama a la sociedad a resistir frente a cualquier imposición que limite y pretenda controlar Internet, el mayor ámbito de libertad del que disponemos los ciudadanos. El P-Lib reitera su compromiso con la comunidad de usuarios de Internet: denunciar y atacar por todos los medios a su alcance las normas que limitan la libertad y el anonimato en la red. Estamos orgullosos de contar con el apoyo de muchas personas particularmente sensibilizadas con este ámbito de nuestra libertad, pertenecientes a algunas de las más conocidas organizaciones de defensa de la libertad en Internet. No les defraudaremos. Nuestra oposición al liberticidio digital es y será frontal, y constituirá uno de los elementos principales de nuestra campaña para las próximas elecciones a Cortes Generales.






Notas:

-Pueden leer también el comunicado aquí.


-La ilustración de arriba es obra del dibujante Ed Valigursky, y se usó como portada de la novela Eye in the Sky de Philip K. Dick.


- The Alan Parsons Project "Eye in the Sky"... Si bien no el resto de la canción, el estribillo tiene claras reminiscencias orwellianas.

I am the eye in the sky
Looking at you
I can read your mind
I am the maker of rules


domingo, 3 de abril de 2011

Out of the Blue (Caído del cielo) - Dennis Hopper (1980)

Anoche volví a ver “Out of the blue”, que dirigiera Dennis Hopper en 1980. Rescato el magnífico artículo que Gabriel Albiac dedicó en ABC a Hopper poco después de su muerte, donde glosaba dicha película:

Out of the Blue


GAVIOTAS que, con suprema elegancia, sobrevuelan el basurero; tan necrófagas como las hienas. La fuerza visual de esa metáfora persevera en la memoria de este animal enfermo de cine. Out of the blue («Caído del cielo») es para mí, con diferencia, la mejor película de Dennis Hopper. La que alza su elegía a un mundo muerto: el de la gran épica del rock and roll, al cual pusiera punto de inflexión poética su temprana Easy Rider, rodada cuando era posible aún morir en combate; aunque el combate fuera con un descerebrado rústico que tira de rifle desde su apestosa furgoneta. Era posible vivir deprisa; aunque, al final, la heroica Harley Davidson acabara destripada, al margen de una cuneta en la infinita línea de las carreteras que no van a ningún sitio. Era posible morir joven; aun cuando a tantos se llevara la muerte más estúpida; no la apocalíptica guadaña de los grandes relatos, la aguja sólo, la desalmada. ¿Dejar un bello cadáver? Eso, ni a los más altos héroes de Troya les fue concedido. El cadáver es maculado enseguida por el polvo. Y las Harley Davidson son máquinas demasiado puras para saber nada de aquellas lágrimas de plomo hirviente que Homero vio a los caballos de Aquiles verter sobre la polvareda del combate en el cual pereció Patroclo. Pero Easy Rider era 1969, cuando la tempestad apenas había anunciado su comienzo. Out of the blue sucede en las últimas trincheras, cuando, al cabo de once años, casi todas la batallas se han perdido.
Del más perseverante rockero de esos años tomaba el título de su película Hopper. Out of the Blue es la escueta maravilla que abre en bucle el álbum al cual da shakespeariano título uno de sus versos: ...rust never sleep..., algo así como que «la herrumbre nunca duerme». Bucle, porque con el eco de esa canción se cierra el disco: la misma, aunque cambiado el subtítulo (Into the black, en lo negro); la misma, sólo que dinamitado ahora el inicial tono angélico que daban a su apertura voz y pulcra guitarra, triturado por el estruendo que sabiamente distorsionan las guitarras eléctricas con las que Crazy Horse hizo los directos más bestias de esos años. «¡Más vale arder en una sola llamarada, puesto que la herrumbre nunca duerme!» La herrumbre, la jodida herrumbre, a la cual, si lo solemne nos complace, podemos llamar muerte. Pero que el Neil Young furioso que lo escupe sabía bien que no es ese instante sólo en el cual todo bicho -humano o lo que sea- tiene que dejar de estar; que es cada segundo, cada instante en el cual se nos va el presente y, con él, hasta el último átomo de cuanto somos. No es una revelación que haya impuesto el vértigo de nuestro siglo. Quevedo lo puso -y dio con ello cima a la intuición primera del Barroco-, en la forma más literariamente perfecta con que haya dado la lengua castellana para decir el drama de ser hombre: «presentes sucesiones de difunto».
A Hopper se lo ha llevado el cáncer. Tan común, tan canalla... La herrumbre que no duerme. Aquí, allá, en media docena de lenguas, leo tópicos que hablan de «icono de la contracultura». ¡Icono de la contracultura a los setenta y cuatro...! Aquí, allá, en media docena de lenguas, los mismos tristes lugares comunes sobre el motero de Easy Rider. No hay muchos que recuerden -quizá porque es más triste, por ser más inteligente- aquel Out of the Blue que seguía el vagar de una desolada adolescente, casi una niña, empeñada en repetir con Neil Young que «el rock and roll no morirá nunca», justo en los tiempos de los cuales el rock and roll era ya canto fúnebre. Inmenso basurero, sobrevolado por bellísimas bandadas de gaviotas. Necrófagas como hienas.
Notas:
No encuentro, ni en los títulos de crédito, ni en ningún otro lado, la lista de todas las canciones que suenan en la película...
Escuchamos, primero, la que da título al film, My, My, Hey, Hey (Out of the Blue) de Neil Young, del que también se incluye Thrasher (ambas del maravilloso Rust Never Sleeps); al grupo punk de Vancouver Pointed Sticks (gracias a P. Terrores por el dato), que aparecen tocando en directo Out of Luck y Somebody's Moon, y por supuesto, a Elvis, ídolo de la protagonista.

Viendo
Out of the blue llega uno a la conclusión, al igual que Mojo Nixon, de que Elvis está en todas partes.
Dennis Hopper en IMDB.
Para adentrarse en la generación de directores y actores (como Scorsese, Coppola, Spielberg, Altman, Schrader, Cimino, Bogdanovich, de Niro, Nicholson, Pacino o el propio Dennis Hopper) que entre finales de los 60 y primeros 80 revolucionaron la industria del cine, échenle un vistazo a Easy Riders, Raging Bulls, de Peter Biskind. En Editorial Anagrama. Y sobre este libro existe un documental, La generación que cambió Hollywood (Easy Riders, Raging Bulls. How the Sex, Drugs and Rock 'N' Roll Generation Saved Hollywood, 2003)