He de confesar que tengo debilidad por el cine de John Huston, un tipo que comenzó su carrera de director con nada más y nada menos que El halcón maltés (The Maltese Falcon, 1941), una adaptación del libro homónimo de Dashiell Hammett y una joya del cine negro, género en el que alcanzaría de nuevo la gloria con la excepcional Cayo Largo (Key Largo, 1948).
De 1948 es también El tesoro de Sierra Madre, dos obras maestras nos dejó en el mismo año este santo varón.
En The Treasure of the Sierra Madre asistimos al encuentro casual de dos norteamericanos que malviven en tierras mejicanas buscando algún trabajo.
Una noche coinciden en un infecto albergue con el viejo Howard (Walter Huston), que habla a los presentes sobre su experiencia como buscador de oro, y de que él estaría dispuesto a volver al oficio si alguien le acompañara.
Como la situación de los jóvenes Fred C. Dobbs (Humprhey Bogart) y Bob Curtin (Tim Holt) es desesperada deciden ofrecerse al anciano para ayudarle en una nueva expedición. Una vez solucionados los problemas monetarios para comprar el equipo necesario, se ponen en marcha y se adentran en inhóspitas tierras.
Tras un largo y agotador viaje montaña arriba (en donde los novatos Fred y Bob se asombran de la capacidad de aguante del senecto Howard, que ni descansa ni bebe agua) encuentran el ansiado tesoro.
Aquí empieza el duro trabajo, la incertidumbre ante la siempre presente amenaza de los ladrones y, por otra parte, la posibilidad de que se descubra que no tienen registrada la mina.
Pero, como les advirtió Walter antes de partir, el oro enloquece a los hombres, por muy sensatos que pudieran parecer. También hay que tener en cuenta que los tres protagonistas se han puesto de acuerdo en el arriesgado proyecto sin conocerse realmente, no sabemos casi nada del pasado de ninguno de ellos.
La confianza empieza a flaquear y el personaje al que da vida Bogart muestra un comportamiento cada vez más extraño, propio de un lunático. Llegará un momento en que conciliar el sueño será tarea imposible.
No les voy a desvelar lo que les sucede a estos tres intrépidos sujetos, pero sí quiero señalar que el final de la película parece directamente inspirado por el espíritu de If, famoso poema de Rudyard Kipling; no en vano de este autor tomaría Huston un relato para rodar la también recomendable El hombre que pudo reinar (The Man Who Would Be King, 1975) con Michael Caine y Sean Connery.
Como decía más arriba, esta historia se desarrolla en Méjico y la protagonizan unos perdedores norteamericanos, lo que me recuerda a otra película de esas que hacen historia, la violenta, crepuscular y maravillosa Grupo Salvaje (The Wild Bunch, 1969), del también indómito director Sam Peckinpah.
2 comentarios:
Tiene razón Hyde, John Huston es de los grandes.
Aparte de las que citas tenemos "La reina de Africa", "Fat City", "La jungla de asfalto", "Moby Dick", "Vidas rebeldes"...
Por cierto, ¿has visto "Bajo el volcán"?
Hola Korsakoff.
No he podido encontrar Bajo el volcán y la verdad es que tengo ganas de verla porque leí el libro de M. Lowry en su día y siento curiosidad por ver que hizo Huston con las últimas horas del autodestructivo embajador Geoffrey Firmin.
Publicar un comentario