domingo, 18 de octubre de 2009

I was a teenage werewolf

Los que recuerden a Michael Landon como el padre de la familia Ingalls en La casa de la pradera o por su papel de ángel de la guarda en Autopista hacia en cielo, quizás no conozcan la que sin duda es su mejor interpretación: la de Yo fui un hombre lobo adolescente (1957).

Este asunto del licántropo adolescente sería retomado en los ochenta con Teen Wolf.


Dejemos que sea Stephen King quien nos ofrezca un análisis de la película:

"En Yo fui un hombre lobo adolescente, Michael Landon interpreta a un atractivo pero sombrío estudiante de instituto de temperamento inflamable. Básicamente es un buen chico, pero se ve envuelto en una pelea tras otra hasta que parece que va a ser expulsado del instituto (en realidad, al igual que David Banner, el alter ego de Hulk en la serie de televisión, el personaje de Landon no provoca ninguna de estas peleas), por lo que acude a ver a un psiquiatra que resulta ser completamente malvado (Whit Bissel, que también interpretaría al loco descendiente de Victor Frankestein de Yo fui un Frankestein adolescente). Viendo a Landon como un ejemplo de involución a un estadio anterior del desarrollo humano (un estadio similar al de Alley Oop*), Bissel se sirve de la hipnosis para hacer que Landon involucione por completo, exacerbando deliberadamente el problema en vez de intentar curarlo. Este giro argumental parece fusilado de la, por aquel entonces, actual y tremendamente popular The Search for Bridey Murphy (Noel Langley, 1956), la historia pretendidamente real, pero luego reconocida como fraude, de una mujer que, bajo hipnosis, había revelado recuerdos de una vida anterior.
Los experimentos de Bissel tienen un éxito que va más allá de sus más extravagantes sueños (o de sus peores pesadillas) y Landon se convierte en un hambriento hombre lobo. Para un estudiante de instituto de 1957, ver la transformación por primera vez era un rollo más que chungo. Landon se convierte en una fascinante encarnación de todo lo que no debes hacer... si quieres sacar buenas notas, graduarte con honores, conseguir tu carta de recomendación y ser aceptado en una buena universidad para poder unirte a una fraternidad y beber cerveza tal y como hizo tu padre. A Landon le sale pelo por todo el rostro, le crecen enormes colmillos y empieza a babear una sustancia que se parece sospechosamente a la espuma de afeitar Burma Shave. Mientras espía a una chica ejercitándose a solas en la barra del gimnasio, uno puede imaginarlo como a una mofeta cachonda que se acabara de revolcar en una simpática pila de mierda de coyote fresca. Este tipo no es el típico estudiante modosito con su polo atado al cuello; lo que tenemos aquí es a un tipo al que se la suda un pedo al viento los test de aptitud escolar. Se ha vuelto completamente, no loco, sino lobo.

Indudablemente, parte del motivo del meteórico despegue en la taquilla de la película tuvo que ver con los sentimientos liberadores indirectos que la película les permitía sentir por poderes a estos hijos de la guerra que querían ser buenos. Cuando Landon atacó a la bella gimnasta en leotardos, está haciendo un alegato social en nombre de todos sus espectadores. Pero estos también reaccionan con horror, porque a nivel psicológico la película es una serie de lecciones prácticas sobre cómo comportarse, desde "aféitate antes de ir a clase" hasta "nunca practiques en un gimnasio desierto".

Después de todo, hay bestias por todas partes."(1)

Trailer



The Cramps rindieron homenaje a la película



(*) El troglodita que protagonizaba la serie de tiras diarias del mismo nombre, creada por Vincent T. Hamlin en 1932 y que todavía hoy se sigue publicando (cuando dice hoy, Stephen King se refiere al año 1981).

(1) El comentario de Stephen King pertenece a su libro Danza macabra (1981), Editorial Valdemar.

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