miércoles, 9 de enero de 2008

A los alegres campistas

Los jóvenes deberían saber que cuando van de excursión y pincha la rueda de la furgoneta, o se pierden en un apartado bosque y no saben bien qué camino seguir, están siendo vigilados por alguien. Probablemente el inadvertido observador pertenezca a una familia huraña, poco dada a las convenciones sociales y, casi seguro, antropófaga.
Siempre es un error ir a pedir ayuda a la casa más cercana, sobre todo si ésta parece abandonada. Pero nada, les entran las prisas y se acercan a la puerta preguntando: ¿hay alguien ahí?

Lo más normal es que no obtengan respuesta, pero cuando están a punto de marcharse y salvar sus vidas siempre aparece el listo del grupo y dice: ¡parad chicos, he visto una luz! o ¡he oído algo!

En ese preciso momento empieza el terror.

Es necesario recordarles que si preguntan a un lugareño por una zona determinada y éste pone cara de miedo o, lo que es peor, suelta una risa malévola, deben desistir de su proyecto de fin de semana y volver a casa inmediatamente.
A estas buenas gentes que moran donde no llega el correo les molesta que los de ciudad irrumpan en sus dominios, y más sin son alocados mozalbetes que no paran de dar ruido.


Si les sorprende un temporal y el coche queda embarrado no busquen cobijo en un caserón, mejor no salgan del auto y esperen al día siguiente. A ser posible lleven consigo armas de fuego, eso es importante y no las litronas y el hachís, pues bajo sus efectos quedan aturdidos y no atienden a lo importante: su supervivencia


Pero si alguno se pone cabezón y se empeña en buscar hospitalidad en la mansión más cercana, tengan al menos la precaución de no entrar si les abre un tipo mal encarado, robusto y mudo. Está muy bien alejarse del bullicio de la ciudad y respirar el aire puro del campo, pero no olviden que las colinas tienen ojos.

Hagan caso, por favor, a estos consejos y así evitarán que se sigan haciendo películas de terror basadas en hechos reales.
No piensen que estos sucesos son obra sólo de rednecks norteamericanos o de remotas tribus asilvestradas, tarugos los hay por igual en todos los países.

Arriba, el mayordomo Morgan (Karloff) asusta a la señora Waverton (Gloria Stuart) en El caserón de las sombras (James Whale, 1932).



Buenas noches.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial el comentario publicado. No me atrevo a ver estas películas porque algunas están basadas en hechos reales y me hago caquita.

Shasta dijo...

¡Mr Hyde!

Tienes una errata en tu frase principal. Como sabes es MarK Twain, no MarT Twain. Te hiciste un lío, jeje

Mr. Hyde dijo...

Gracias por avisar, Shasta.
Ahora mismo lo cambio.

Anónimo dijo...

y que opina usted de la europeización actualizada?

Mr. Hyde dijo...

Condemor:
Eso pregúnteselo mejor al ilustre profesor de derecho intergaláctico Max Masilla, que seguro le resuelve sus dudas.