El cazador (The Deer Hunter, Michael Cimino, 1978). Unos amigos que trabajan en una fundición de Pennsilvanya, tras acudir a una boda y aún bajo los efectos del alcohol, deciden despedirse de su país con una de sus mayores aficiones: una jornada de caza; después se marchan a la guerra del Vietnam. La experiencia será devastadora para todos. Un canto a la amistad, a la supervivencia y una historia desgarradora. Robert de Niro (insuperable), Christopher Walken, John Cazale y Meryl Streep en el reparto. Si alguien puede escuchar el "Good Bless America" final sin llorar o estremecerse, definitivamente, no tiene corazón.
El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950). Billy Wilder y una de sus obras maestras. Un guionista (William Holden) en horas bajas huye de sus acreedores en coche, para despistarlos se refugia en una mansión aparentemente abandonada. Allí se encontrará con una antigua estrella del cine: Norma Desmond (Gloria Swanson en legendario papel) y su enigmático mayordomo (Erich von Stroheim). A partir de ese momento se iniciará una convivencia enfermiza, parasitaria y destructiva. Retrato tan certero como cruel de la industria del cine hollywoodiense, con sus ídolos caídos y miserias.
La ventana indiscreta (Rear Window, 1954). Un hombre (James Stewart), debido a la rotura de una pierna, se queda postrado en la silla de su apartamento en pleno verano. El aburrimiento le lleva a entretenerse espiando a los vecinos de enfrente con los prismáticos. Su insistencia le permite contemplar lo que parece un grave suceso que quizá hubiera sido mejor no ver. Hitchcock en plena forma.Años antes de que George A. Romero se dedicara a presentarnos sus películas de devoradores de cerebros nos regaló Jacques Tourneur una pequeña joya llamada Yo anduve con un zombie (I Walked with a Zombie, 1943). Una atmósfera inquietante, de romanticismo y tragedia -que me recuerda el ambiente del libro de Malcolm Lowry "Bajo el volcán"-, y un terrible secreto se dan cita en una pequeña isla caribeña.
Clint Eastwood siempre ha sido un gran aficionado al Jazz; aparte de dirigir un documental sobre el pianista Thelonious Monk llamado "Straight, no Chaser", dejó un film, Bird (1987), contándonos la vida del saxofonista Charlie Parker. Un gigante (física y artísticamente) que revolucionó con el estilo Be-Bop, junto a gente como Bud Powell o Dizzy Gillespie, el panorama musical de los años 50. Como tantos otros genios de la época, este grandullón dotado de un gran sentido del humor tuvo problemas con la heroína, amén de abusar del alcohol y comer de forma pantagruélica. Película arriesgada por su difícil estructura de continuos flashbacks y tremendamente imaginativa, con planos soberbios como el del platillo de la batería que interrumpe a Charlie en plena actuación. Forest Whitaker recrea a Parker en un papel antológico. Extraordinario retrato de un hombre complejo y maravilloso, atormentado y dotado de la gracia de los grandes artistas. Sobre el final: nunca un ataque de risa resultó tan triste.
1 comentario:
Que películas, que películas. La verdad que las dos últimas no las he visto, pero tras tu post es irresistoble ponerme a buscarlas.
Saludos.
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